por Stacy Francis, CFP®, CDFA
“Mi hija se va a la universidad en 2010”, me dijo una mujer durante la sesión de preguntas y respuestas de una conferencia reciente. “Ahora la cuenta de ahorros que le abrimos se ha reducido a la mitad, y mi esposo ha perdido su trabajo. ¿Será un colegio comunitario local su única opción?”
Si bien hoy en día existen muchos buenos colegios comunitarios, le encantó saber que la respuesta es no. Hay muchas cosas que ella y su hija (y, por supuesto, el padre) pueden hacer para conseguir esa educación universitaria. A continuación, algunas:
- Ahora que los precios de las acciones están bajos y los rendimientos de los valores que generan ingresos son menores, pueden maximizar la rentabilidad de su cartera manteniendo al menos una parte del dinero de los fondos mutuos invertido en acciones. La buena noticia es que su cartera tiene de 2 a 6 años para recuperarse.
- Si es posible, deberían seguir aportando a la cuenta de ahorros para la universidad. Ahora necesitan el dinero más que nunca.
- Cuanto menores sean sus ingresos familiares, mayor será la gama de instrumentos financieros disponibles. ¡Les sugiero que aprovechen las ayudas financieras y las subvenciones!
- Si la hija es una intelectual, una deportista o pertenece a una minoría, hay mayores posibilidades de que pueda obtener una beca para pagar parte de los gastos.
- Siempre existe la opción de que la hija acepte un trabajo extra durante sus estudios. Muchas universidades ofrecen programas de estudio y trabajo donde el salario se puede aplicar directamente a los gastos de matrícula, y los estudiantes pueden adquirir una valiosa experiencia laboral. Trabajé cuatro años en la cafetería de mi universidad. Me dio dinero extra y la revelación de por qué ir a la universidad era tan importante. No quería estar en esa cafetería el resto de mi vida.
- Por último, no olvidemos los préstamos estudiantiles. Aunque muchos padres se esfuerzan por que sus hijos no tengan deudas, esto no siempre es posible. Los préstamos estudiantiles sirven para cubrir la brecha entre la educación que asegurará el futuro de un hijo y los recursos de los padres para financiarla.

