Esta mañana recibí un correo electrónico de un cliente, entusiasmado con esta nueva acción excepcional de la que todo el mundo hablaba. Ya había triplicado su valor desde que salió a bolsa, y todos los gráficos se veían espectaculares.
Curiosa, por supuesto, busqué información en internet. La empresa se dedicaba a la minería y tenía un proyecto en fase inicial que, si todo salía según lo previsto, generaría un flujo de caja de aproximadamente $3.500.000. La capitalización bursátil (el precio actual por acción multiplicado por el número de acciones en circulación) era de $40.000.000. En resumen, la empresa cotizaba a más de diez veces su valor, y aun así, esta mujer la consideraba una inversión excepcional.
Este es un excelente ejemplo de una situación en la que las dos principales escuelas de evaluación de acciones —el análisis fundamental y el técnico— se contradicen. Para alguien que selecciona acciones mediante el análisis fundamental, que se ocupa del valor contable de una empresa (sus activos, independientemente de su forma), comprar estas acciones sería absurdo. Para el inversor fundamental, las empresas que cotizan por debajo del valor de sus activos son buenas inversiones, mientras que las que cotizan por encima de esta cifra son inaceptables. Y una empresa que cotiza a diez veces el valor máximo posible de sus activos... bueno, ya se hacen una idea.
Sin embargo, para alguien que utiliza el análisis técnico, podría tener mucho sentido. En mi próxima entrada del blog, explicaré cómo.
Tenga en cuenta que la selección de sus acciones debe seguir este blog al día siguiente.

