por Stacy Francis, CFP®, CDFA
Hoy, en un seminario, una mujer desesperada por controlar sus finanzas confesó que su peor desencadenante al comprar era la depresión. Ya fuera porque se sentía sola, con exceso de trabajo, gorda, pobre o simplemente deprimida, la única manera de animarse era comprando. Aunque esto pueda parecer absurdo para algunos, su problema no es nada raro.
Cuando todo sale mal, pensamos: "¿Puedo al menos tener un labial Dior?". Y para muchas de nosotras, ir de compras genera una sensación similar a la de una copa de vino o una deliciosa barra de chocolate. Nos sentimos mejor, como dueñas de ese precioso labial que nos hace ver... Tan especial. Pero, como con cualquier euforia pasajera, el problema es que, cuando desaparece la sensación de bienestar, estamos peor que antes. Porque la próxima vez que nos sintamos solos, sobrecargados de trabajo, lejos, pobres o tristes, tendremos que añadir a la ecuación que también estamos endeudados.
En cierto modo, comprar para curar la depresión se puede comparar con beber para curarla. Claro, nuestras probabilidades de sufrir una insuficiencia hepática son significativamente menores, pero las deudas de tarjetas de crédito pueden ser un gran fastidio y hacerte sentir mucho peor. Hay otras maneras de animarse y perder la tristeza: hacer ejercicio, pasar tiempo con amigos, meditar, elegir mejores alimentos, etc., y estas son cosas que también te ayudarán a largo plazo. La próxima vez, opta por una de ellas.
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