por Stacy Francis, CFP®, CDFA
Una señora que conocí anoche mientras esperaba a mi esposo en un restaurante se sintió intrigada por mi experiencia como planificadora financiera. Como siempre, me suelen preguntar sobre sus inversiones o finanzas personales. Este caso no fue la excepción. Me confesó que los números rojos en su cuenta de inversiones la mantienen despierta. "¿Qué se supone que debo hacer?", preguntó. "¿No puedo vender porque todas mis inversiones han bajado, pero siguen bajando. Es una pesadilla?".
"Lo que tienes que preguntarte", le dije, "es qué opinas de tus acciones y fondos. ¿Crees que van a tener un buen rendimiento a largo plazo o que sus fundamentos han cambiado tanto que ya no crees en ellos?"
Porque, a fin de cuentas, mantener es igual a comprar. En cualquier inversión, los precios históricos son irrelevantes. No importa (o no debería importar, al menos) si la acción que posees, que cotiza a $5 por acción, estaba a $1 la semana pasada o a $30. Si la comprarías al precio actual, deberías mantenerla. Si no la comprarías al precio actual, deberías venderla. Si la razón de tu pérdida de sueño es que ya no crees en la empresa, véndela, y es muy probable que recuperes esa tranquilidad. Si, por el contrario, todavía te gusta la empresa y las razones por las que confiaste en ella siguen ahí, intenta mirarla desde una perspectiva más amplia. Tanto la economía como los mercados pasan por ciclos de altibajos. Si la empresa que elegiste es realmente excelente, tarde o temprano tu inversión dará sus frutos.

